jueves, 28 de mayo de 2015

Entrevista de Rafael Pérez Llano a Mario Corral García, comisario de la exposición

Rafael Pérez Llano es empleado público y escritor. Tiene un blog muy potente titulado Unos cuantos textos, disponible aquí.

Me hizo una entrevista en relación con la exposición que pongo a continuación. No tiene título.

*

Del 24 de abril al 29 de mayo se puede ver en la sala CASYC_UP de Santander la exposición Valdecilla: La Semilla (1929-1939), un recorrido por los primeros años de lo que primero fue Casa de Salud Valdecilla y luego Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Pese a tratarse de una institución de gran peso en la sociedad cántabra, y aunque la labor investigadora desarrollada en ella ha sido reconocida en muchas ocasiones por la comunidad científica internacional, esta muestra de imágenes, libros, planos y objetos diversos, además de ser la primera en su género, ofrece un panorama innovador sobre el centro hospitalario, gracias al descubrimiento de nuevos documentos y datos. Una innovación que no se limita a la institución en si, sino que alcanza la totalidad de la sociedad española y los cambios científicos e ideológicos que acompañaron la evolución de los estudios médicos, técnicos y arquitectónicos en una época de conflictos radicales.

Dada la complejidad del tema, aunque el material presentado basta para obtener una idea clara del objeto de estudio y su devenir, resulta muy aconsejable asistir a las visitas guiadas por el comisario de la exposición, Mario Corral, que es también Director de la Biblioteca Marquesa de Pelayo y responsable desde su reciente rescate del Archivo Histórico del Hospital Valdecilla.

- La exposición se titula Valdecilla: La Semilla (1929-1939). ¿Puede explicar la intención, la elección de período y el concepto de semilla? ¿No es éste último un tanto restrictivo, dado que, al parecer, ya dentro de esa década se producen evidentes rupturas? En general, ¿cuál es el objetivo y la estructura de la exposición?

Desde su inauguración en 1929 hasta la caída de Santander bajo control franquista en 1937, Valdecilla basculó entre dos modelos, progresista uno y conservador otro. Este último es el que finalmente triunfó, no porque fuera mejor, sino por razones extra hospitalarias. En 1939 el modelo conservador se consolida y no se cuestionará hasta la Transición. Es entonces cuando se habla de segunda época del hospital. A mí me gusta creer que es en los años setenta cuando brota la semilla de 1929. La inauguración del Nuevo Valdecilla en 2015 supone su consolidación.
En resumen, el planteamiento es que en 2015 se consolida el brote de la Transición que nace de la semilla plantada en 1929. Entre medias, se producen derivas que considero espurias por responder a lógicas extra hospitalarias.

La exposición se centra en los diez primeros años de vida del hospital. En octubre de 1929 se inaugura siguiendo un modelo progresista que es sustituido en agosto de 1930 por otro de signo contrario. En febrero de 1936 se recupera el modelo original pero en agosto de 1937 es sustituido de nuevo por el conservador. Este último modelo se consolida en 1939 y no entra en crisis hasta la Transición.

Paso a paso: a finales del siglo XIX explota un buque cargado de dinamita de contrabando en el puerto de Santander que provoca más de quinientos muertos y entre mil y dos mil heridos. El hospital de la ciudad, de finales del s. XVIII, no es capaz de responder a tamaño desastre y la población reclama un nuevo hospital. Se ponen en marcha numerosas iniciativas, pero todas fracasan por falta de presupuesto. En 1926 el Marqués de Valdecilla, indiano enriquecido gracias a la industria azucarera, decide financiar el proyecto a cambio de ser él el que lo controle. Contrata al arquitecto Gonzalo Bringas y al doctor Wenceslao López Albo, del círculo de Cajal, para el diseño conceptual del hospital, que pasa así de ser nuevo a ser también moderno. El hospital se inaugura en octubre de 1929, pero en agosto del año siguiente la sobrina del marqués, ultraconservadora, cambia el signo del proyecto, lo que provoca la dimisión del doctor López Albo, que abre consulta en Bilbao. Éste retorna a Santander y recupera la dirección del hospital en septiembre de 1936. En 1937 se ve obligado a pasar a Francia ante el avance franquista. Es entonces cuando triunfa definitivamente el modelo conservador auspiciado por la sobrina del marqués, que se consolidará en 1939.

La exposición es documental. La mayor parte de las piezas expuestas están tomadas del Archivo Histórico de la Casa de Salud Valdecilla recuperado hace apenas dos meses. El interés de los documentos expuestos trasciende la intrahistoria del hospital. Así, se exponen las normas que han de seguir los guardias de presos republicanos heridos, las normas de las purgas de médicos izquierdistas, etc. Son documentos sin parangón en España. Tengamos en cuenta que este tipo de documentación se hizo desaparecer en torno a los años sesenta. En Valdecilla no se destruyó, se escondió, y la acabamos de encontrar.

 - Si, como dice, la semilla de 1929 brota en los años 70, ¿consideramos, pues, el período franquista como un paréntesis no sólo en el aspecto político o extra hospitalario, sino también en cuanto a los criterios científicos y del servicio a la población? En este sentido, entiendo que lo que usted llama proceso de consolidación de 2015 está en estrecha relación con el proceso de privatización que ya está en marcha. ¿Hasta que punto dicho proceso de privatización puede alterar el devenir del hospital como centro de investigación y como servicio público? ¿Podemos hablar de una consolidación, sin más, o habrá cambios sustanciales tanto en un sentido como en otro?

Las cuestiones que se plantean se me escapan como comisario de una exposición que se centra en los diez primeros años de la Casa de Salud Valdecilla, pero, en cualquier caso, sí que los años de la Dictadura me parecen monocromos y sí, la Transición trajo consigo una revisión muy fructífera, y también el Nuevo Valdecilla de 2015 me parece un buen broche; o mejor, un buen punto de partida desde el que actualizar el proyecto. Y me lo parece sobre todo porque es lo que tenemos. No hay tiempo que perder. Perderlo es lo peor que le puede pasar a la ciudadanía. Insisto que lo anterior lo digo al margen de mi papel en esta exposición.

- Hay una parte de la exposición que me parece un tanto ajeno al resto, a la idea de semilla, y a las características del material expuesto. Tras pasar por una recopilación de documentos, libros, planos y un par de filmaciones de la época, todo ello con abundantes referencias sólo indirectamente relacionadas con el hospital y evidentemente políticas, ocupa un lugar privilegiado un vídeo proyectado a pantalla grande que, en mi opinión, es un publirreportaje sobre el futuro del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV) en el período que ahora se dispone a inaugurar la gestión privada. ¿No le parece que no encaja con el espíritu de la exposición o que recoge de un modo un tanto forzado la idea de la semilla del 29 para adaptarla a la actualidad en un proceso propagandístico?

No lo creo. Los vídeos del último espacio de la exposición recogen el día a día de mis compañeros. Son neutrales. Entre estas piezas se inserta un anuncio del proyecto que recoge estos vídeos, que es “Somos Valdecilla”, de donde los hemos tomado para la exposición. De los objetivos que persiga “Somos Valdecilla” no puedo decir, porque los ignoro. Lo que a mí me interesa son los vídeos de mis compañeros. Es un reconocimiento al Valdecilla de hoy que se entiende como fruto que ha resultado de la semilla de 1929.

 - ¿Qué es la Edad de la Plata de las Ciencias Españolas?

Uno de los hitos españoles del siglo pasado es la conocida como Edad de Plata de las Artes y de las Ciencias Españolas. Ambas vertientes, la artística y la científica, sufrieron igual represión, pero la artística se ha podido defender mejor que la científica. ¿Por qué? Porque su consumo en clave actual, es decir, de masas, es más sencillo. A nadie escapa que es de más fácil recepción un poema de Lorca que un artículo de Lafora, por mucho que cada cosa en su contexto tenga un valor equivalente (el poema de Lorca como poema vale tanto como el artículo de Lafora como artículo científico).

Pío del Río Hortega fue nominado al premio Nobel antes de la guerra con el apoyo de la Casa de Salud Valdecilla y más tarde, ya en el exilio, fue de nuevo candidato pero esta vez con la oposición explícita del hospital. En un contexto tan adverso todo rescate se hace difícil.

La Edad de Plata de las Ciencias tiene su semillero en la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas dirigida por Cajal, que a su vez es fruto de la Institución Libre de Enseñanza diseñada el año 1875 en la casa natal de Augusto González de Linares, en Valle, Cabuérniga, y fundada al año siguiente.

La Casa de Salud Valdecilla es el mascarón de proa de la Edad de Plata de las Ciencias Españolas. Es necesario reclamar la importancia de una y de otra, de la Casa de Salud Valdecilla y de la Edad de Plata de las Ciencias Españolas. La exposición cuenta en este sentido con la colaboración del Centro López Albo de Documentación de la Edad de Plata de las Ciencias Españolas.

 - El punto de partida parece ser un acontecimiento traumático, la explosión del Cabo Machichaco, que, si no le entiendo mal, revela la necesidad de modernizar la ciudad. Sin embargo, si no hubiera sido por la iniciativa del Marqués, ¿cree que se hubiera quedado en nada o en mucho menos, como había venido ocurriendo con otros proyectos de ensanche, mejora urbanística, portuaria, etc?

A finales del s. XIX la ciudad se quería burguesa, pero a la hora de la verdad no contaba con dinero, bien porque no lo tenía o bien porque no circulaba. Esto se deja ver en el proyecto frustrado de nuevo hospital de 1918: un gran complejo, sobredimensionado, de concepción caduca, en horizontal, imposible de terminar por falta de presupuesto, aunque los reyes no dejaron de asistir a la colocación de la primera piedra (que, por cierto, sería interesante localizar). ¿Qué hubiera sido de no intervenir el marqués? Probablemente la Guerra Civil hubiera obligado a reutilizar un edificio previo que hoy sería un estorbo. Probablemente, también, durante la Transición o incluso antes se hubiera llevado el hospital a las afueras, quizá a La Remonta, donde hoy se encontraría el Nuevo Valdecilla. Pero son solo suposiciones.

- Desde un principio, parece haber un choque entre los presupuestos progresistas del Marqués y de López Albo y lo que podríamos llamar tendencias reaccionarias, confesionales, beneficentes, e incluso en cuestiones arquitectónicas. ¿Es así?

El Marqués de Valdecilla era regeneracionista y el primer Director Gerente republicano. Entre ambos cubrían de la derecha moderada a la izquierda radical (el doctor llegó a publicar una entrevista en el boletín de Acción Nacionalista Vasca, aun siendo de Santander). La Marquesa de Pelayo, sobrina del marqués, era ultraconservadora.

Que el hospital promovido por el marqués y liderado por el doctor era moderno lo demuestra el hecho de que la Escuela de Enfermería era laica. En España lo habitual era que las enfermeras fueran religiosas.

El conflicto entre ambas visiones era de esperar.

Aprovechando que su tío estaba enfermo, la marquesa impuso a Sor Bastos, Madre Superiora de las Hermanas de la Caridad, como principal responsable no solo de la Escuela de Enfermería, sino de todo el hospital. Este golpe de timón se produjo en agosto de 1930. En septiembre el Dr. López Albo dimite y se marcha a Bilbao. No vuelve a Santander hasta septiembre de 1936, reclamado por Bruno Alonso.

Con la caída de Santander en el verano de 1937 retornan las hermanas de la caridad y el modelo hospitalario que termina cuajando es el conservador.

A nivel arquitectónico la Casa de Salud Valdecilla se encuentra encadenada a los cimientos echados el año 1918 por los arquitectos que dirigían la obra antes de la contratación de Gonzalo Bringas en 1926. Los cimientos que se encontró Gonzalo Bringas en 1926 eran los de un hospital horizontal, pabellonario, europeo. El hospital que hubiera querido el Dr. López Albo, encargado del diseño lógico del hospital, no era el pabellonario, sino el organizado en rascacielos, norteamericano. Así lo desveló en un discurso pronunciado en 1931 que ha sido recientemente recuperado por la Biblioteca Marquesa de Pelayo.

En la actualidad el modelo ideal se considera que es una combinación de ambas corrientes, la europea y la norteamericana, que se encontrarían en un edificio horizontal en su base, en el zócalo, y vertical en su desarrollo.

- ¿Puede resumir los avances médicos y científicos que supuso la fundación de Valdecilla?

Es mucho lo que se podría decir. Valga que el hospital contó en sus primeros pasos con el asesoramiento de Pío del Río Hortega, Lafora y Gregorio Marañón, es decir, lo más granado de la ciencia española de la época.

Sí cabe destacar que en el contexto del Instituto Médico de Postgraduados, que devendría en 1936 Escuela Libre de Medicina, se generaron numerosas tesis doctorales leídas en la Universidad Central de Madrid, actual Complutense, tal y como obligaba la ley, pero desarrolladas plenamente en la Casa de Salud Valdecilla. Estas tesis están firmadas por los primeros espadas de la Edad de Plata de las Ciencias Españolas y de ellas tan solo se conserva un ejemplar, en la Biblioteca Marquesa de Pelayo. Es de desear que en breve podamos digitalizarlas para que todos puedan disfrutar de ellas como lo hacemos nosotros.

- ¿Y los logros sociales? ¿Cuál fue el impacto en la vida santanderina y regional?

La Casa de Salud Valdecilla de 1929 respondía a un modelo mixto que combinaba sanatorio (privado) con hospital (beneficencia) sin ser ni una cosa ni otra, de ahí que se denominara casa de salud.

El que la Casa de Salud Valdecilla se ofreciera a pacientes adinerados provocó la oposición de la medicina privada de Cantabria por miedo a perder cartera de clientes, y con razón. Es lo que el Dr. López Albo denominaba “la amenaza del profesionalismo”. Se llegó a publicar en 1929 un folleto publicitario en todo igual a los llevados a imprenta por los sanatorios privados.

Durante la República este modelo mixto no era visto con buenos ojos, y se procuró corregir. El término empleado durante la República era nosocomio, que no tuvo mucho predicamento. En la exposición se incluye una propuesta de incautación de la empresa contratada para gestionar los servicios no clínicos de la Casa de Salud Valdecilla. No hemos encontrado más documentación al respecto, lo que nos hace sospechar que tal propuesta no tuvo éxito.

- Es decir, que, aunque no se trata de un sistema público de salud, ¿podríamos decir que, en parte, lo prefigura?

No sabría qué contestar. La historia nunca es lineal. Avanza por meandros. Puede que el modelo acuñado por Valdecilla nunca hubiera llegado a nada, aunque le hubieran dejado desarrollarse.

Elegimos nuestra herencia. Si desde el presente queremos tomar a la Casa de Salud Valdecilla como precedente del actual sistema público de salud, hay elementos que permiten hacerlo. Pero hay que seleccionarlos.

Por ejemplo, la primera Casa de Salud Valdecilla era progresista, pero todos los servicios no clínicos eran gestionados por la empresa Schneider. ¿Le resta este hecho pegada progresista? ¿Avala nuevos modelos de gestión? Cada época tienes sus coordenadas. Y es desde estas coordenadas que se revisa el pasado.

- ¿No le parece que, salvando las distancias, la situación actual implica una claudicación evidente de los ideales 29, el año que usted fija como de siembra de la semilla, en cuanto al modelo de gestión se refiere, y también en cuanto a la controversia de entonces con el sector privado, que parece ir a resolverse con la integración en este?

El modelo del primer Valdecilla era muy posibilista. No creo, sinceramente, que el Dr. López Albo se sintiera incómodo con la situación actual. De hecho, él ensayó algo parecido al conceder la gestión de los servicios no clínicos de la Casa de Salud Valdecilla a la empresa Schneider.

Hemos localizado y exponemos un documento que demuestra el intento de incautación de la empresa Schneider por parte de los obreros de la Casa de Salud Valdecilla, cosa que no llega a suceder, probablemente porque el Dr. López Albo frenó la idea.

- El breve período republicano santanderino aparece, al contrario de lo que se suele afirmar, como muy productivo en iniciativas. Incluso parece demostrado que supuso la fundación de la Universidad de Cantabria. ¿Es así?

Reconozco tres fases en la percepción de los trece meses republicanos de Santander en guerra: la primera, hasta el año 1945, en la que se hizo ver que todo lo que se había hecho era nefasto y había que corregirlo; la segunda, a partir del año 1945, en la que se hizo creer que no se había hecho nada; y la tercera y última, la actual, en la que se asegura que fueron meses caóticos en los que nada se llevó a la práctica.

Efectivamente, muchos proyectos no lograron pasar del papel, pero por falta de tiempo, no de capacidad, y los pocos que sí lo lograron fueron cercenados tras la caída de Santander.

Un ejemplo de lo primero es el asombroso proyecto de museo de bellas artes proyectado en estilo racionalista por Deogracias Mariano Lastra, edificio que nunca llegó a levantarse, por desgracia, porque es una carencia que todavía hoy arrastra la ciudad. Hemos descubierto los planos durante el desarrollo de la exposición.

Ejemplo de lo segundo es la Escuela Libre o Práctica de Medicina de la Casa de Salud Valdecilla inaugurada en noviembre de 1936. Un proyecto exitoso, eliminado en el 37 y borrado de la memoria.

Si la Escuela Libre o Práctica de Medicina de la Casa de Salud Valdecilla se inauguró en noviembre de 1936, la Facultad de Medicina de la Universidad Vasca se inauguró un mes después. La única diferencia entre ambas iniciativas, la cántabra y la vasca, es que la Facultad de Medicina del País Vasco contaba con respaldo de un boletín oficial y la iniciativa cántabra, no. El País Vasco contaba con Estatuto de Autonomía desde octubre de 1936 y el cántabro no llegaría a aprobarse. Otra diferencia, ésta más cercana a nosotros, es que la actual Universidad del País Vasco se declara heredera de la iniciativa de diciembre de 1936 y la actual Universidad de Cantabria todavía no se ha pronunciado respecto a la iniciativa cántabra de noviembre de 1936.

Hemos encontrado, entre otra documentación de mucho interés, más de cien fichas de alumnos de la Escuela Libre de Medicina de 1936. En muchas de ellas aparecen notas manuscritas en las que se identifica a los estudiantes izquierdistas con la palabra “rojo”. Es de suponer que estas fichas se utilizaron con fines represores por las fuerzas franquistas.

Ejemplo de otra entidad desaparecida en agosto de 1937 y ninguneada hasta la actualidad es el Ateneo Popular de Santander. Éste tenía un reflejo derechista, que era el Ateneo de Santander. La sede del Ateneo Popular, un fantástico edificio racionalista firmado por Deogracias Mariano Lastra, fue construido por los socios, albañiles, fontaneros, electricistas, etc., sin cobrar por ello, con trabajo voluntario. En la actualidad este edificio se halla ocupado por el Ateneo de Santander, que sí sobrevivió a la guerra.

En definitiva, el periodo republicano santanderino fue muy fructífero en iniciativas, muchas llevadas a la práctica, pero todas, al menos las más significativas, desprestigiadas, eliminadas y olvidadas.

- ¿Tenemos, pues, que entender que la exposición ha servido para remover algunos tópicos asentados y descubrir nuevos documentos y referencias? Es decir, ¿se trata de un principio para una labor más amplia?

La exposición no es más que una pieza del puzzle que se está empezando a recomponer desde la historia sin atributos.

Santander ha sido profundamente ideologizada durante décadas. Creo llegado el momento de volver la vista atrás sin prejuicios y recuperar nuestra memoria, la de todos, cada uno desde su parcela: los bibliotecarios y periodistas (recordemos a Matilde Zapata), los arquitectos (Deogracias Mariano Lastra), médicos (doctores González-Aguilar, Téllez Plasencia, López Albo, Gonzalbo), enfermeras (Teresa Junquera), etc. Simplemente por respeto a nosotros mismos.

Del Archivo Histórico recién recuperado solo hemos abierto las cajas más antiguas. No sabemos qué sorpresas depararán las cajas más recientes. Será en función de lo que encontremos que planteemos otra exposición o no, y si es que sí, qué orientación tendrá, si cronológica (la posguerra o la Transición, por ejemplo) o temática (impacto de Valdecilla en el exilio científico, se me ocurre).

- El fin de la República y la llegada de la dictadura franquista supone, como para toda España, el fin de una época de esperanza y la resolución de las tensiones entre Antiguo Régimen y Progreso con la imposición brutal de aquel. ¿Se manifiesta eso en Valdecilla de una manera evidente, tanto en la represión como en el funcionamiento del hospital?

La represión en Valdecilla fue brutal. Hemos encontrado las normas de custodia de presos republicanos, las normas que seguían las purgas de médicos izquierdistas, etc. Son documentos únicos en España porque en otras partes se hicieron desaparecer mientras que en Valdecilla no se destruyeron, sino que se ocultaron. Son los documentos que acabamos de descubrir.

Preparando la exposición hemos sabido del asesinato de un médico que ejerció como Director Gerente interino desde febrero a septiembre de 1936. Se llamaba Ernesto Gonzalvo y fue fusilado en 1937. Hemos logrado contactar con su familia, en Asturias. Es probable que organicemos un merecido acto en su honor.

Además de documentos que reflejan la represión interna, de puertas para adentro, se han hallado documentos que reflejan la represión externa, es decir, fuera del hospital, como por ejemplo listados muy amplios de presos que tras ser dados de alta eran enviados a alguno de los muchos campos de concentración abiertos en Santander. Esta documentación ha permitido identificar campos desconocidos al menos para mí, como el del Colegio Ramón Pelayo. Estos listados no los hemos incluido en la exposición por contener información personal muy delicada, pero sí exponemos un certificado médico expedido en el campo de concentración de La Magdalena con el matasellos del campo bien visible, prueba irrefutable de su existencia, negada hasta ahora por muchos.

Quiero destacar aquí la figura del escritor derechista Ocharan Aburto. Estuvo escondido en el pabellón 15 durante los trece meses republicanos de Santander en guerra con la aprobación del Director Gerente. Escribió una novela, Maleficio, muy mala, pero con una introducción muy valiosa por relatar en ella su vida durante los meses en que permaneció oculto. Gracias a este testimonio sabemos que en el hospital no estaba permitido que comulgaran ni siquiera los moribundos. Fueron años muy duros para todos.

- ¿El director gerente que protegió a Aburto fue el mismo que luego sería fusilado?

Cuando Aburto se esconde en el hospital el Gerente era el Dr. Gonzalvo. Cuando éste es sustituido por el Dr. López Albo en septiembre de 1936, Aburto sigue escondido sin problema alguno. La protección del escritor es un punto a favor de los dos gerentes.

- El HUMV está muy presente en lo que podríamos llamar el imaginario de la ciudad, con sus traumas (derrumbamiento del 2 de noviembre de 1999; 4 muertos y 15 heridos) y sus controversias políticas (privatización en marcha). ¿Cree que existe un comprensión real en Santander y Cantabria y fuera de la región de su importancia científica y que, además de la social, se tiene una percepción histórica del mismo?

Dentro Valdecilla sigue teniendo mucho predicamento. Cómo no lo va a tener. La abuela de mi pareja fue una de las primeras pacientes del hospital, mis abuelos han muerto aquí, mi sobrina ha nacido aquí, a mi padre le han operado del corazón aquí... Fuera de Cantabria es más difícil. Por lo que a mí me toca como comisario de esta exposición, no hemos sabido vender bien nuestra historia, que es la de la medicina española del último siglo.

Un hospital que reuniera una Escuela de Enfermería laica, un Instituto Médico de Postgraduados, la mejor biblioteca hospitalaria de España, etc., era algo digno de ser admirado. Es sabido que los médicos que habían pasado por Valdecilla colocaban una placa en la puerta de sus consultas que los identificaban como ex residentes de la Casa de Salud Valdecilla. Este orgullo en parte se ha diluido porque hemos dejado de ser excepcionales, no por falta de calidad, sino porque ya son muchos los hospitales tan potentes como el nuestro. España ha optado por el café para todos, es decir, por alcanzar un mínimo común denominador. Aunque haya podido haber hospitales perjudicados, como el nuestro, solo lo habrán sido a corto plazo porque, ¿a quién puede perjudicar, a la larga, el progreso del conjunto? En España estamos ya todos alineados y por fortuna a un nivel alto. Cuando se busca el bien común es muy difícil no salir ganando.

La historia está ahí. Es la historia la que nos avala como precedentes de mucho de lo bueno que tenemos hoy. Con esta exposición pretendemos ponerlo en valor: que se sepa para que se valore.

Mario Corral García, comisario de la exposición Valdecilla: La Semilla (1929-1939). Es licenciado en Historia por la Universidad de Cantabria, en Documentación por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en Documentación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y el IORTVE. Desde el año 2011, dirige la Biblioteca Marquesa de Pelayo del Sistema Sanitario Público de Cantabria y recientemente ha sido nombrado responsable del Archivo Histórico del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.