domingo, 3 de mayo de 2015

Campo de concentración de La Magdalena

En la vitrina dedicada a la Casa de Salud Valdecilla y la Guerra Civil se expone la petición que hace un conocido editor catalán a un responsable médico del hospital santanderino para liberar a un preso del campo de concentración de La Magdalena. En la Biblioteca Marquesa de Pelayo, donde se custodia temporalmente el Archivo Histórico de la institución, se conserva la carta de agradecimiento que confirma la liberación solicitada.

En otra vitrina se expone un certificado médico expedido en el campo de concentración de La Magdalena. Está cedido por el Centro López Albo para la exposición. El soporte material es muy pobre. Una razón de más para exponerlo. Es estremecedor. Pongo a continuación foto tomada del reportaje recientemente publicado por Paco Gómez Nadal, aquí.


El matasello oficial del campo creo que es la primera vez que se da a conocer. Espero que este documento ayude a convencer a todos aquellos que niegan la existencia de este campo de concentración y de otros santanderinos, cuya existencia queda confirmada por la documentación aparecida en el recientemente recuperado Archivo Histórico de la Casa de Salud Valdecilla.

Esta vitrina se acompaña de una poema de Jaume Anglada titulado "Es el hambre". Se ha resuelto con un vinilo de gran tamaño. El poema está fechado el 4 de marzo de 1939 en La Magdalena, donde estuvo preso. La traducción es de Alberto Santamaría, que está desarrollando un proyecto muy interesante sobre este campo de concentración disponible, parcialmente, aquí.


Son las diez menos cuarto, y ya no tienen pan.

Se escucha un sordo clamor...

¡Es el hambre!

 
Hombres alineados,

brigadas de reclusos, de narices larguiruchas

que comen con los ojos.

Hay por todas partes un clamor...

¡Es el hambre!


Botes y platos, brillantes y vacíos

pupilas apagadas, calzones que caen,

agua en la boca..., comer con la imaginación,...

querer y no poder comer

¿Será esto un clamor?

¡Es el hambre!

 

Y, por fin, la esperada comida

A toda prisa comida, deprisa!

Con empeño, con ilusión, con alegría, con necesidad,

y sin saborear,

por la boca, por los dientes, por la garganta,

con todos los sentidos!

Y pronto, de nuevo, comienza todo,

y cinturas que empequeñecen

¡... Y que esperas que crezcan!

¡Y qué fuerte el clamor!

¡Es el hambre!