El pasado viernes 15 de mayo se publicó un especial en EDM sobre Valdecilla que incluía una columna mía titulada "El origen de la Universidad de Cantabria", aunque el título original era "La Escuela Libre de Medicina y el origen de la Universidad de Cantabria". El texto dice como sigue:
En octubre de 1929 se inaugura la Casa de Salud Valdecilla, coincidiendo con el cumpleaños del Marqués de Valdecilla, que no pudo asistir por encontrarse enfermo. Lo hará en su nombre su sobrina, la Marquesa de Pelayo.
El marqués era liberal y su sobrina conservadora. El modelo hospitalario auspiciado por el marqués con el asesoramiento fundamental del Dr. Gregorio Marañón era progresista, pero la marquesa no tarda en cambiarlo de signo. En fecha tan temprana como agosto de 1930 la Marquesa de Pelayo, aprovechando una nueva recaída de su tío, impone al frente del Hospital a Sor Bastos, relegando al que hasta entonces había sido Director Gerente, el Dr. Wenceslao López Albo, a tareas propias de Dirección Médica. El equipo directivo contratado por el marqués dimite en bloque en septiembre de ese mismo año. El Dr. Wenceslao López Albo se marcha a Bilbao, donde abre consulta. En la capital vizcaína el doctor cántabro se implica de forma activa en la creación de la Universidad Vasca. Ésta se inaugurará en el Hospital de Basurto en diciembre de 1936. Pero para entonces el Dr. Wenceslao López Albo ya no estaba en Bilbao.
En febrero de 1936 gana las elecciones el Frente Popular y en julio se produce el golpe de estado que conduce a la Guerra Civil. En septiembre el Dr. Wenceslao López Albo regresa a Santander reclamado por Bruno Alonso. De febrero a septiembre había estado cubriendo las funciones de Director Gerente en calidad de interino el Dr. Ernesto Gonzalbo, del que apenas sabemos que era radiólogo y que fue asesinado en 1937 probablemente por haber estado relacionado con el barco prisión “Alfonso Pérez”. Como se sabe, tras el bombardeo nazi de Santander durante las navidades de 1936 la población civil asaltó el barco atracado en el actual Barrio Pesquero y asesinó a doscientos presos. Cuando Santander cae bajo control de las tropas franquistas toda autoridad republicana que había estado vinculada directa o indirectamente con el barco fue condenada. El Dr. Ernesto Gonzalbo creemos era el médico del barco.
En septiembre de 1936, así pues, el Dr. Wenceslao López Albo retoma la dirección del Hospital. Lejos de conformarse con mantener sus puertas abiertas, lo que no hubiera sido poco, pone en marcha dos proyectos de envergadura, el primero la Colonia Jardín Ramón Pelayo para enfermos mentales en Solares y la segunda la Escuela Libre o Práctica de Medicina en la Casa de Salud Valdecilla. Estos dos proyectos contradicen la visión caótica que se tiene de los trece meses republicanos santanderinos en guerra. Poco a poco vamos descubriendo que fue una época con proyectos interesantes, muchos de los cuales sí dio tiempo a desarrollar, caso de estos dos liderados por el Dr. Wenceslao López Albo.
La Escuela Libre de Medicina es emanación del Instituto Médico de Postgraduados. Éste puede ser considerado precedente del actual sistema MIR. El Instituto Médico de Posgraduados había tenido tiempo de madurar de 1929 a 1936, lo que explica la rápida puesta en marcha de la Escuela Libre de Medicina (de septiembre a noviembre). A ello se suma sin duda la experiencia acumulada por el Dr. López Albo en Bilbao.
La Escuela Libre de Medicina fue inaugurada en noviembre de 1936 con la presencia de todas las autoridades cántabras. Un mes antes, pues, que la Facultad de Medicina de la Universidad Vasca. Este hecho no es casual. El Dr. Wenceslao López Albo sabía que la victoria de la República iba a traer consigo un nuevo distrito universitario en el norte, y él quería que su epicentro fuera Santander y no Bilbao. Inaugurar la Escuela Libre de Medicina un mes antes que la Facultad vasca era una forma de ganar puntos. A lo que se ve no entraba en los planes del doctor la derrota de la República.
Sabíamos de la existencia de la Escuela Libre de Medicina por noticias aparecidas en la prensa de época. Pero poco más. Incluso se llegó a especular si no se trataría de propaganda republicana. Pues bien, recientemente se ha recuperado el Archivo Histórico de la Casa de Salud Valdecilla y entre sus legajos ha aparecido una carpeta con las fichas oficiales de más de cien alumnos, muchos de ellos futuras primeras espadas del exilio científico español, como el Dr. Francisco Guerra. Además de estas fichas se ha localizado abundante documentación que demuestra sin ningún género de dudas que este proyecto se llevó a la práctica, que fue una realidad y que además tuvo mucho peso.
En el discurso inaugural, recientemente recuperado por la Biblioteca Marquesa de Pelayo, el Dr. Wenceslao López Albo declara que la Escuela Libre de Medicina no es oficial porque Cantabria todavía no se había dotado de Estatuto de Autonomía. Él esperaba lograrlo en 1937. Pero en agosto de ese año la ciudad cae bajo control franquista y este proyecto, como tantos, desaparece y se borra de la memoria. En sus planes estaba el impulso de una Facultad de Filosofía y Letras que aprovechara la Biblioteca de Marcelino Menéndez Pelayo y una Facultad de Ciencias que aprovechara la Estación de Biología Marina de Augusto González de Linares. La primera piedra de esta futura Universidad de Cantabria, así denominada por el Dr. Wenceslao López Albo, era la Escuela Libre de Medicina inaugurada por todo lo alto en noviembre de 1936.
La única diferencia entre la Facultad de Medicina de la Universidad Vasca y la Escuela Libre de Medicina de la Casa de Salud Valdecilla es que el primer proyecto contaba con respaldo de boletín oficial, es decir, con respaldo estatutario, mientras que el proyecto cántabro, no. Otra diferencia, en este caso actual, es que mientras la Universidad Pública del País Vasco se considera heredera del proyecto de 1936, y así lo declara, la Universidad de Cantabria todavía no ha dado su opinión al respecto.
Cuánto de bueno traería reconocer la iniciativa del Dr. Wenceslao López Albo como detonante de la actual Universidad de Cantabria, que pasaría, así, de ser una Universidad de origen franquista, una Universidad concedida, a ser un proyecto construido con mucho esfuerzo desde dentro.
La Biblioteca Marquesa de Pelayo, que dirijo, está dispuesta a facilitar cuanta documentación sea necesaria a quien sea oportuno para restablecer este vínculo entre el proyecto de 1936 y la Universidad de Cantabria actual.