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«Todo empieza con el descubrimiento del Archivo Histórico de la Casa de Salud Valdecilla, que se creía perdido », indica el comisario de la exposición Valdecilla: La Semilla (1929-1939), Mario Corral, director de la Biblioteca Marquesa de Pelayo. «Con tanto patrimonio documental a la vista, y tan interesante, pronto tuvimos claro que había que compartirlo, y esta exposición es el resultado», añade.
Valdecilla: La Semilla (1929-1939) permanecerá abierta hasta el 29 de mayo en la sala Casyc Up, en horario de 19.00 a 21.00 horas.
La exposición parte de una tesis arriesgada, como es que la Casa de Salud Valdecilla nace en 1893, con la explosión del barco vapor Cabo Machichaco cargado de dinamita de contrabando, un período oscuro que no parece contar en la historia del hospital. Le seguirá la década mágica, la oficial, un auténtico Renacimiento de la medicina y lo asistencial que quedaría truncado con la guerra Civil.
«Las cosas nacen –indica Corral a propósito del Machichaco– cuando se siente la necesidad de su existencia, lo que nos lleva a que Valdecilla nace cuando explota el buque y el antiguo Hospital de San Rafael no puede hacer frente a la catástrofe».
Se ponen entonces en marcha numerosas iniciativas del Ayuntamiento y del Obispado para construir un nuevo hospital, pero todas infructuosas por falta de presupuesto.
En 1926 el Marqués de Valdecilla, retornado de Cuba en 1920, se hace con el proyecto. Pone el dinero necesario para asegurar la obra pero a cambio impone al arquitecto, el santanderino Gonzalo Bringas, y al equipo directivo, encabezado por el colindrés Wenceslao López Albo, del círculo de Santiago Ramón y Cajal, del que se expone foto dedicada de su puño y letra además de una primera edición de su mítico Manual de Histología.
«El marqués de Valdecilla es probable que se implicara en el proyecto por su doble condición de indiano y regeneracionista, a lo que se suma un contexto favorable a todo lo que significara progreso conocido como Edad de Plata. La Casa de Salud Valdecilla es a la Edad de Plata de las ciencias, con Wenceslao López Albo a la cabeza, lo que la Residencia de Estudiantes de Madrid a la Edad de Plata de las letras, con Lorca, Alberti, etc., lo que pasa es que la memoria de las letras se ha defendido bien, quizá porque tenga una venta más sencilla, y la de las ciencias lamentablemente no», apunta el comisario.
Por mucho que la Casa de Salud Valdecilla naciera en 1893, como defiende Corral, lo cierto es que se inaugura oficialmente el 24 de octubre de 1929, coincidiendo con el cumpleaños del marqués, que no puede acudir por encontrarse enfermo. «La inauguración de 1929 fue en realidad una acto de homenaje al marqués, un acto para la galería. El hospital realmente se inaugura para los suyos, de puertas para adentro, en enero de 1930, con un ciclo de conferencias que contó con la participación de Gregorio Marañón, uno de los ideólogos del hospital y asesor del marqués», indica el comisario.
La Casa de Salud Valdecilla del año 1929 es un hospital nuevo, como se reclamaba, y además moderno que se asienta en tres pilares: el Instituto Médico de Posgraduados, centrado en investigación; la Biblioteca Marquesa de Pelayo, la biblioteca médica más importante del país; y la Escuela de Enfermeras, que pronto pasaría a ser denominada Escuela de Enfermería. Esta última era laica, una de las pocas del país.
«La subdirectora de la Escuela de Enfermería era la asturiana Teresa Junquera Ibrán, fundadora y vicepresidenta de la Asociación de Médicas Españolas de 1928 a 1936. Su paso por Valdecilla quedó muy bien reflejado en la obra de teatro de Alejandro Casona titulada Nuestra Natacha, estrenada en 1936. «La hermana del escritor era amiga de Teresa Junquera », informa el comisario.
En el año 1930, la marquesa de Pelayo, sobrina del marqués, conservadora, a diferencia de su tío, impone en la dirección de la Casa de Salud Valdecilla a la madre superiora de las Hijas de la Caridad, Sor Bastos. El hospital devine, así, religioso. El equipo directivo dimite en septiembre de 1930, es decir, sin haber transcurrido siquiera un año desde su fundación. Wenceslao López Albo se marcha a Bilbao, donde se implica en la creación de la Universidad Vasca, que se inaugurará en diciembre de 1936.
En febrero de 1936 gana las elecciones el Frente Popular y en julio estalla la Guerra Civil. Bruno Alonso reclama a Wenceslao López Albo, que regresa de Bilbao y retoma la dirección de la Casa de Salud Valdecilla. Durante los trece meses republicanos del Santander en guerra el doctor pone en marcha la Escuela Libre de Medicina, que él quería germen de la Universidad de Cantabria. «Sabíamos de la Escuela Libre de Medicina por la prensa de la época», aclara el responsable de la exposición, «pero se creía o quería creer que era humo, propaganda. Pues bien, hemos encontrado documentación que avala su existencia. Destacan las fichas de ciento cincuenta alumnos, que exponemos. Y no solo eso, sino que hemos comprobado también que la Escuela Libre de Medicina se diseñó como una verdadera Facultad de Medicina que puede ser considerada sin ningún género de dudas precedente directo de la actual Universidad de Cantabria. La actual Universidad del País Vasco se reclama heredera de la Universidad Vasca de diciembre de 1936. La de Cantabria se inaugura en noviembre de 1936. Ante las evidencias aportadas todavía nadie de la Universidad de Cantabria se ha pronunciado al respecto», explica Mario Corral.
El cambio de bandera de Santander en agosto de 1937 supuso el fin del modelo hospitalario moderno impulsado por el marqués y el triunfo del modelo conservador de la marquesa.
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El texto se acompaña de un retrato de Mario Corral García (el que firma esta bitácora), tomado por Juan Muñiz, responsable de la Fundación Bancaria Caja Cantabria, de quien depende la sala CASYC UP.