Se ha repetido en numerosas ocasiones que el Hospital de 1929 respondía arquitectónicamente a coordenadas vanguardistas... sí, pero si acaso de 1900, no de 1929.
Gonzalo Bringas, arquitecto que se hizo cargo de las obras por designación del marqués en 1926, tuvo que hacer con los cimientos echados por sus antecesores en 1918. Los cimientos heredados correspondían a los de un hospital organizado en pabellones, algo que en 1926 ya no se estilaba. En 1926 lo que primaba, y más en 1929, era el modelo norteamericano, vertical, organizado en rascacielos.
El propio Dr. López Albo dio una conferencia en San Sebastián el año 1931, más tarde publicada en Guipúzcoa Médica y recientemente recuperada por la Biblioteca Marquesa de Pelayo para su colección Fuentemar, en la que reconoce que el hospital ideal era vertical, no horizontal. A eso se le llama autocrítica.
Para empezar a tratar estos temas recomiendo la lectura de un artículo muy interesante disponible de forma libre y gratuita en internet titulado "Verticalidad versus horizontalidad: Historia de la construcción de hospitales en el siglo XX", del arquitecto Juan José Santos Guerras, año 2003, y la del libro De ladrillos y mortales, del también arquitecto Tom Wilkinson, muy didáctico, publicado por Planeta a finales del año pasado.